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"TU NOMBRE ES SOMBRA"
Tu nombre no importa demasiado. Te vistes de sombra cada mañana, para enfrentarte al mundo, así que te llamaré Sombra. Tu nombre es Sombra.
Diría que sufres la enfermedad sin nombre, que afecta al alma, del aislamiento, de la caracterización: nadie te conoce, ni siquiera tú mismo. Por eso te llamo Sombra: lo que muestras de ti ni siquiera es real. Y, además, porque eres gris y porque dejas un vacío en el aire cuando pasas.
Levantas muros -de sombra- alrededor de tu cuerpo para alejar las sombras de los otros.
Sí, este es un mundo poblado de sombras.
Hay personas que viven defendiéndose y personas que viven atacando.Todo es lo mismo: defenderse, atacar... Dos posturas para sobrevivir, y a la vez dos formas de anti-vida.
¿Qué propongo yo? Oh, nada. Quiero ser narradora omnisciente. No debo olvidar que también soy persona, por lo tanto también sombra, atacando, defendiendo...
La confianza sólo le da asco, como dice el refrán, a aquél que no está dispuesto a decir la verdad, o a escucharla. Por eso nos convertimos en sombras: levantamos constantes muros de incomunicación alrededor nuestro. Vivimos hacinados en pequeños espacios, pero estamos lejos, muy lejos, los unos de los otros. ¿Qué se puede esperar de las sombras?
Pero: ¿no es una sombra el reflejo inmaterial de algo material? Si somos sombra, somos sombra ¿de qué?
También las palabras son sombra. Saber leer entre líneas. Ir más allá de la oscuridad de la rubrica para llegar -¿a dónde?- al fondo; para entender, captar -CONOCER- el mensaje -¿qué mensaje?-. "Leer entre líneas". ¡Entre líneas no hay nada! Y es justamente en esa nada donde se halla, escondida, la palabra. Atacando, defendiéndose... nunca dando la cara.
¡Constantemente nos sentimos juzgados! Y esa sensación nos hace daño, y para defendernos, juzgamos.
Defenderse, atacar... todo lo mismo...
- Hola, Sombra. Vengo a aferrarme a este cuerpo tuyo, a esta espalda, a este pecho. Vengo a que me entierres debajo de tus brazos, entre tus piernas, dentro de ti. No quiero pensar, no quiero darme cuenta de lo sola que estoy, de lo sombra que soy. Por favor, hazme olvidar todo lo que sé, todo lo que he escrito.
- ¿Por qué me llamas Sombra?
- Tienes razón, es cierto. Hoy eres Carne.
- ¿Y qué hay entre la Carne y la Sombra?
- Oh, ése es el gran misterio, eso es lo que busco cuando miro a las personas.
- Pero sólo encuentras carne.
- Prescindo de la carne: sólo encuentro Sombras.
- Y ahora, me has dicho que soy Carne.
- Necesito la farsa del sexo para no desesperarme.
- ¿Para no sentirte sola?
- Sí.
- ¡Pero si sabes que es una farsa! Y además, sabes que la soledad no es negativa.
- Entonces, vete. Vuelve a ser sombra.
- Puedo intentar quedarme entre el Cielo y la Tierra.
- Por favor, inténtalo.
- Por favor, inténtalo.
Tengo muchas ganas de llorar. Para sentirme viva. Porque me siento viva.
Me duelen todas las máscaras que tengo que ponerme, y me duelen las máscaras ajenas.
El dolor es la ausencia de máscaras. El dolor de conocerse. El dolor de ir hacia adentro. Dejar atrás la sombra, la carne. Comprender que SOMOS ÚNICAMENTE PENSAMIENTO. Somos ese hilo de voz interior. Habitamos por completo en el cerebro; a mí me sobra el cuerpo.
No, quizás estoy equivocada: si no existiera el cuerpo no podríamos dar rienda suelta a nuestros pensamientos, no podríamos dejar constancia de nuestra existencia, ni podríamos comunicarnos los unos con los otros. (Además, el cerebro es cuerpo).
El problema, queridos cerebros que me leéis, es que usamos demasiado nuestros cuerpos, mucho más de lo que usamos el cerebro.
LO MATERIAL SE HA IMPUESTO. Lo material, lo frío, lo que no piensa.
Lo que se ve es lo importante: belleza, marketing, labios rojos, grandes músculos, pelo brillante... Chistes graciosos, dramas lacrimales y lacrimógenos. Imágenes. Sociedad de consumo. Consumo de cosas. Lujo y orujo. Y me pierdo, y nos hemos perdido. Nos estamos perdiendo entre tanto. Entre tanto de todo, que sólo me pregunto: ¿No nacemos desnudos?
Haydée Nora Gómez Hernando
(Escrito en 1997 aproximadamente).
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Me llamo Haydée Nora. Nací en Barcelona un lunes 31 de enero de 1977 a las 10'20.
El cuarzo está compuesto por oxígeno y silicio.
Creo en Dios y soy cristiana. Creo en las personas y en su poder, y en el poder del amor y de la bondad.
Crec fermament en la lliberttat dels pobles i de les persones, perquè qui és cadascú, cadascú ho sap, ningú no li ho pot dir ni prohibir.
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