DESVERGONZADAMENTE ALEGRES

DESVERGONZADAMENTE ALEGRES


Desvergonzadamente alegres.

Los sueños no son casuales, significan algo, y son una puerta al ruedo de la otra vida nuestra, la inconsciente, que es donde se esconden los temores, los recuerdos dolorosos, las ansias, los miedos, y donde se guardan las claves de nuestros secretos, de aquello que no nos decimos ni a nosotros mismos. Los ojos cerrados, los sueños abiertos.

A veces soñamos y, al despertar, vemos que nuestra vida es menos emocionante, que le falta algún ingrediente muerto, que en realidad está latente en los sueños. Pero descubrirlo requiere de esfuerzo, de esfuerzo consciente para reconocerlo.
Muchas veces el cerebro cierra en ese espacio del soñar lo auténtico, porque es demasiado fuerte para comprenderlo, mejor dicho, para poder o querer comprenderlo, asimilarlo...

Es como la locura, lucidez de enfermo, te abre puertas y entras en la casa antigua de los viejos sueños, de la esencia perdida con el pasar del tiempo. De pronto ves claro que el negro es el blanco, y que lo prohibido es precisamente lo más Humano, demasiado humano, como dijo Nietzsche. También dijo que "todo lo que está en mí es humano". Verdadera lógica del que sabe que no existe tal cosa llamada pecado, y que no hay reglas generales, y que uno puede ser un santo, y otro un demonio, pero ambos son. Son.

En este escenario de la vida abierta, cerramos los ojos a lo que nos molesta, incomoda, avergüenza. La vergüenza, triste losa que llevamos en nuestras espaldas, nos convierte en máscaras, en títeres en las manos del qué dirán los otros.
La locura es puerta. Ves el mundo básico, los colores y las expresiones vivas en los rostros: asco, represión... Este ser humano se ha alejado tanto de su condición, se avergüenza tanto de sí mismo, que crea una fantasía de normas morales que van, precisamente, en contra de su más íntima condición. Condición amante, condición que yo tampoco ejercito, pues me han censurado las reglas del juego.

No temamos nunca lo que hay dentro, nunca: lo que hay fuera es lo que debe asustarnos. Y si nos castramos, ¿cómo afrontaremos con completa energía las guerras diarias, esas tan temidas?
Cuando te conoces, es fácil, y a la vez difícil, seguir en este mundo de apariencias todo, en este sistema de mierda. Sólo quisiera ver y dar luz. La hoguera quema fuerte, pero lo que no podrá morir jamás es la esencia de los hombres, como en la  antorcha olímpica, cada embrión lleva toda la esperanza de un cambio, cada vida nueva debe ser no pieza de este muro (Pink Floyd), sino el martillo que venga a derrocarlo, y entonces seremos Uno, y no juzgaremos al loco que canta, sino que cantaremos todos, desvergonzadamente alegres.

Haydée Nora Gómez Hernando, 24 de Marzo de 2011


 


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