Sábado Santo
11 - 04 - 2020
El Sábado es el día en que experimentamos el vacío. Si la fe, ungida de esperanza, no viera el horizonte último de esta realidad, caeríamos en el desaliento. Pero no es un día vacío, en este día pasan cosas profundas, pasaron cosas profundas: El Sábado está en el corazón mismo de la Tríada Pascual. Entre la muerte del Viernes y la resurrección del Domingo se detiene el momento del sepulcro.
Son tres fases de un único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado y resucitado. Y hoy, sábado Santo, está en el corazón nuestro con más fe que nunca, con la misma espera que tenemos los que tenemos fe en el final de esta pandemia.
"Durante el Sábado santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno su resurrección"(Circ 73).
Mi fe se acrecienta cada día. Tengo un tío en una residencia en que ha habido 43 muertos. Es un tío mío ungido por la fe, lleno de fe, y no le llamo nunca, y eso me remuerde la conciencia. Mis propios problemas personales (¡egoísmo!) que en este día a día me torturan por dentro y cierto miedo, vergüenza y falta de confianza derogan esa llamada, que sé que en estos días sería consuelo para él.
Llamémonos. Amémonos. Pero mi pensamiento no es suficiente. ¿Cuándo le llamaré? Me tortura la pregunta, y me liberaría la respuesta.
Haydée Nora Gómez Hernando
Sábado Santo, 11 - 04 - 2020
Son tres fases de un único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado y resucitado. Y hoy, sábado Santo, está en el corazón nuestro con más fe que nunca, con la misma espera que tenemos los que tenemos fe en el final de esta pandemia.
"Durante el Sábado santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno su resurrección"(Circ 73).
Mi fe se acrecienta cada día. Tengo un tío en una residencia en que ha habido 43 muertos. Es un tío mío ungido por la fe, lleno de fe, y no le llamo nunca, y eso me remuerde la conciencia. Mis propios problemas personales (¡egoísmo!) que en este día a día me torturan por dentro y cierto miedo, vergüenza y falta de confianza derogan esa llamada, que sé que en estos días sería consuelo para él.
Llamémonos. Amémonos. Pero mi pensamiento no es suficiente. ¿Cuándo le llamaré? Me tortura la pregunta, y me liberaría la respuesta.
Haydée Nora Gómez Hernando
Sábado Santo, 11 - 04 - 2020
Comentarios
Publicar un comentario